Yo, que por supuesto no soy un experto en el perdón, tampoco querría parecer que lo soy. Sólo quiero constatar una realidad. Y esa realidad me gustaría explicarla de forma que se entendiera con claridad, con la razonabilidad suficiente como para que quede patente lo que quiero decir.
Ya es un atrevimiento ponerme a escribir, intentando hacerme comprender, pero en fin. Todo por el perdón.
Perdonar. No tener en cuenta la ofensa o falta que otro ha cometido.
¿Pasar página o hacer un punto y aparte?
La mayoría de los problemas de la gente se solucionarían perdonando. Si no perdonas, te quedas habitando el pasado, rememorando constantemente el hecho o el momento en que alguien te ofendió o cometió una injusticia sobre ti. Si no perdonas, una especie de pócima ponzoñosa te va arrebatando el corazón y, transportada por la sangre, te va impregnando todo tu cuerpo y te envejece. Te quedas en el pasado y te haces viejo allí, reconcomiéndote el pensamiento buscando la forma en que quien te ofendió pague su delito, ¡porque te lo tiene que pagar!. Si no perdonas, un ansia recorre tu alma y transforma tu alegría en tristeza, tu dulzura, en el sabor amargo que recuerda a la muerte, porque te haces vecina de ella, envejeciendo en el rencor, y te ronda. Y... ¿dónde está el amor? Sólo quieres que pasar página y no puedes. Pasar página y no ver más a quien te hirió, a quien no cumplió tus expectativas. Quieres matar en tu corazón al otro y pasar página olvidándolo para siempre y así volver a vivir.
Incluso las victimas esperan la ejecución de la condena del verdugo para pasar página y volver a vivir, pero, quizás puedan conseguir vivir sin miedo, pero hasta que no perdonen se quedarán anclados en el pasado, atados al día en que padecieron el delito, perdiendo su vida por no perdonar... y es comprensible.
Pero, ¿y si perdonas? ¿Te lo has planteado alguna vez? ¿Y si no tienes en cuenta la ofensa que te han hecho? Olvidarías aquel día, ni te acordarías. Evolucionarías, crecerías. Desterrarías el odio de tu casa. Tu corazón resplandecería de alegría, como antes, como solía ser. No tendrías que pasar página, comenzar de nuevo. Sólo un punto y aparte o incluso un punto y seguido. No ahogarías el amor asfixiándolo, ocultándolo hasta no poder volver a encontrarlo. Ama y perdona, vive.
¿Cómo prefieres vivir? Como siempre, en esta vida -he ahí tu libertad-, tienes que elegir. Yo ya sé lo que quiero elegir.
Fin de la primera reflexión acerca del perdón.
Ya es un atrevimiento ponerme a escribir, intentando hacerme comprender, pero en fin. Todo por el perdón.
Perdonar. No tener en cuenta la ofensa o falta que otro ha cometido.
¿Pasar página o hacer un punto y aparte?
La mayoría de los problemas de la gente se solucionarían perdonando. Si no perdonas, te quedas habitando el pasado, rememorando constantemente el hecho o el momento en que alguien te ofendió o cometió una injusticia sobre ti. Si no perdonas, una especie de pócima ponzoñosa te va arrebatando el corazón y, transportada por la sangre, te va impregnando todo tu cuerpo y te envejece. Te quedas en el pasado y te haces viejo allí, reconcomiéndote el pensamiento buscando la forma en que quien te ofendió pague su delito, ¡porque te lo tiene que pagar!. Si no perdonas, un ansia recorre tu alma y transforma tu alegría en tristeza, tu dulzura, en el sabor amargo que recuerda a la muerte, porque te haces vecina de ella, envejeciendo en el rencor, y te ronda. Y... ¿dónde está el amor? Sólo quieres que pasar página y no puedes. Pasar página y no ver más a quien te hirió, a quien no cumplió tus expectativas. Quieres matar en tu corazón al otro y pasar página olvidándolo para siempre y así volver a vivir.
Incluso las victimas esperan la ejecución de la condena del verdugo para pasar página y volver a vivir, pero, quizás puedan conseguir vivir sin miedo, pero hasta que no perdonen se quedarán anclados en el pasado, atados al día en que padecieron el delito, perdiendo su vida por no perdonar... y es comprensible.
Pero, ¿y si perdonas? ¿Te lo has planteado alguna vez? ¿Y si no tienes en cuenta la ofensa que te han hecho? Olvidarías aquel día, ni te acordarías. Evolucionarías, crecerías. Desterrarías el odio de tu casa. Tu corazón resplandecería de alegría, como antes, como solía ser. No tendrías que pasar página, comenzar de nuevo. Sólo un punto y aparte o incluso un punto y seguido. No ahogarías el amor asfixiándolo, ocultándolo hasta no poder volver a encontrarlo. Ama y perdona, vive.
¿Cómo prefieres vivir? Como siempre, en esta vida -he ahí tu libertad-, tienes que elegir. Yo ya sé lo que quiero elegir.
Fin de la primera reflexión acerca del perdón.