CASI como por encanto surge tras la cortina de la cocina el rostro imperturbable de la vieja cantinela:
Háblame del mar marinero
dime si es verdad lo que dicen de él...
Realmente temblaban las manos que recorrían, aún con delicadeza, la pulida madera de aquella guitarra que desafinada quería romper el murmullo impenitente que se alzaba entre la multitud que llenaba aquella
fonda infecta.
¿Por qué recuerdo está escena de no sé qué vodevil?
¿Qué se traen las neuronas que, cual Hal 9000, pretenden el gobierno de mi nave?
Recordar. Transitar el camino sináptico, la senda trazada por los neurotransmisores.
Me niego a que mis recuerdos sean meras corrientes eléctricas. Si empezamos por esto. ¿Por dónde acabaremos?.
No hay comentarios:
Publicar un comentario