Acerca de "Derrotas y victorias"

EL origen es la causa de todo. El origen es el amor. Amor, que eterno, lo tenía todo pensado. A ti, a mí, al ornitorrinco, al paramecio, a las habas, incluso a las lechugas, sí. (Sólo enumero, no equiparo). El amor... el amor es Dios.

Este espacio está dedicado a las derrotas y victorias del amor, en sus múltiples facetas: amor divino, amor afectivo, amor al conocimiento, a la razón, a la verdad, a los peces de colores.

De cuándo ha perdido el amor y de cuándo ha ganado.

domingo, 23 de mayo de 2010

Defíneme amor.

HE de dar gracias a tantas personas que en esta vida me han ayudado. Desde la más tierna infancia hasta ahora, en la madurez, (no por maduro sino por edad).

Ayudado a comer, a hablar, a andar, a correr, a jugar, a reír, a llorar, a rezar, a estudiar, a leer, a escribir, a tener amigos, a nadar, a  ir en bicicleta, a pelear, a tocar la guitarra, a conducir, a navegar, a sufrir, a amar… a tantas cosas como éstas, hermosas. 

  …por otras cosas, que no pongo, no tan hermosas, no estoy tan agradecido.

No digo que éstas no fueran necesarias, pero no quisiera yo ayudar a nadie así. Eso no sería ayudar, sería otra cosa.

Triunfa el amor y damos gracias. Si el amor es derrotado, rezamos. ¿Qué no rescata al corazón si no el amor?.

El amor, amor de origen único.

Todo ser en la creación busca su propio interés, busca sobrevivir. Las plantas y los animales, sobrevivir, seguir vivos.

Las personas, seguir vivos, sobrevivir, tanto física como anímicamente, que nuestro ser profundo no muera. Y nos lanzamos a una carrera sin fin buscando no morir, generalmente teniendo, acumulando (dinero, recuerdos, conquistas, conocimientos)… Todo para llenarnos. Para llenar ese pozo sin fondo que es nuestro corazón.

El otro día hablando con un becario amigo, me percaté, así de sencillo. A mí, que uno de mis sueños es estar tirado en el sofá viendo películas, buscando mi vida así, llenando mi  proverbial oquedad aunque hastiado en el fondo, llegan mis hijos y me dicen papá mira esto, papá, tengo hambre, papá, me he hecho daño… tienes que dejar de hacer lo que te gusta para hacer lo que ellos necesitan. En realidad, es entonces cuando comienzas a vivir, aunque no te des cuenta, cuando de verdad se llena el vacio que todos tenemos dentro.

Me refiero a que cuando sales de ti mismo, cuando te das (incluso porque no tienes más narices que hacerlo), es cuando recibes, cuando recibes vida. Cuando das vida, la recibes. Justo lo contrario de lo que en realidad creemos: que hemos de recibir, recibir, que los demás nos den, sacar el máximo de los que tenemos alrededor… y ahí estás tú en tu sofá muriéndote, hastiado, asqueado.

Y es que, ya nos lo dijo hace algún tiempo alguien que nos conoce bien: “quien intente guardar su vida, la perderá; y quien la pierda, la conservará”  (Lc 17, 33).

Preguntaba al principio ¿Qué no rescata al corazón si no el amor?.

Dios, desde antes de la creación te tenía pensado, a ti, tal cual eres, y mira la que ha organizado para que tu vivas y vivas eternamente, hasta tuvo que encarnarse de María Virgen y morir en tu lugar por tus pecados, y resucitar de entre los muertos, y subir al cielo y darte su Espíritu.

Eso es el amor.

Esto hizo él.

miércoles, 12 de mayo de 2010

Libertad, igualdad y fraternidad.

HABRÁS oído alguna vez lo de libertad, igualdad y fraternidad ¿verdad?. El lema de la Revolución Francesa. La que consagró a la diosa Sabiduría y apartó a Dios de en medio.

Es curioso que las tres condiciones que caracterizan el lema tengan origen justamente en el Evangelio, como ahora mismo tendremos ocasión de comprobar, y que en la única cultura en la que podrían darse es en la judeocristiana, ni en las culturas orientales ni en las animistas africanas ni en el Islam.

Libertad.

Yo soy la Verdad. La Verdad os hará libres. Dios quiere un pueblo de hombres libres, hombres que en su libre albedrío elijan. No quiere forzar a nadie, ya que a todos ama, no necesita que hagan lo que él quiere. De hecho las manifestaciones de Dios siempre te dejarán libre para que creas o no. Nadie nunca obró así.

Igualdad.

Cristo murió por todos los hombres. Dirá San Pablo: ya no hay ni judíos ni griegos, ni amos ni esclavos, ni hombre ni mujer, porque la salvación que nos trajo Jesucristo es igual para todos. A todos nos pensó desde antes de la Creación, a todos nos creó, a todos nos ama, por todos ha muerto y resucitado, y su salvación a todos alcanza.

Fraternidad.

Ve y anuncia a mis hermanos que subo al Padre mío y Padre vuestro, dice Jesús Resucitado a María Magdalena. Cristo ha ganado para nosotros la naturaleza filial de hijos adoptivos de Dios Padre. Dios es su Padre, Jesús es nuestro hermano, nosotros somos hijos de Dios y hermanos pues.

Libertad, igualdad y fraternidad. No digo, obviamente, que la revolución francesa sea cristiana, porque no lo es. Pero sí quiero destacar que un acontecimiento así solo puede gestarse en el caldo de cultivo que es una civilización que tiene unos patrones que transmiten en su antropología estos conceptos.