HACE un año, tal día/noche como hoy, escribí un lamento. Un lamento por quienes no tiene quien que les defienda.
Enfermos. Les cuidan sus familiares, los enfermeros, los médicos…
Ancianos. Les cuidan sus familiares, el personal de los asilos, los enfermeros, los médicos…
Presos. Les cuidan (en las pelis no) los celadores, les visitan sus familiares, si se ponen enfermos, les atienden los enfermeros, los médicos…
Niños. Les cuidan sus padres, los enfermeros, los médicos…
Niños aún por nacer. Puede ocurrir dos cosas:
1. Les cuidan sus padres, los enfermeros, los médicos…
2. los matan sus padres, los enfermeros, los médicos…
¿Quién en este mundo levantará su mano contra la matanza de nuestros niños en el vientre de sus madres?. ¿Quién se atreverá? ¿Quién tiene las agallas suficientes para luchar por ellos?. ¿Quién les va a defender?. Nos callamos, como si la cosa no fuera con nosotros. ¿Por qué?. Y nuestro silencio, es un fórceps más en sus cuerpecillos desmembrados.
“Mía es la venganza, dice el Señor, yo daré lo merecido” Dt 32, 35, Hb 10, 32.
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