Una madre no tiene derecho a la vida de su hijo, ni a la de su marido, ni a la de nadie.
Un hijo no tiene derecho a la vida de su padre, ni a la de su madre, ni a la de nadie.
Hemos llegado a la época del perogrullo, donde hemos de recordar lo obvio. Que no puedes matar al prójimo.
No digo que lo ames, pero, vamos, no lo mates.
Además, parece que estamos obligados a considerar a aquellas -madres- que mandan matar a sus hijos y a aquellos que lo facilitan como, no sé, como pobre gente que a pesar de lo que están haciendo, están como compungidos y que hemos de comprenderlos. Sin embargo si cualquiera comete el horrendo crimen de asesinar a su hijo de cuatro, cinco, seis meses o dos años o los que sean, ha cometido (y es cierto) el crimen más espantoso, por consanguinidad, alevosía, indefensión,...todos los agravantes habidos y por haber, y nadie parece manifestar comprensión por lo realizado.
Pues yo creo que matar a un niño en el seno de su madre aún debería ser otro agravante más y, además, mucho más grave que los anteriores, aún siendo éstos gravísimos.
Pero, como el aborto es una posición supuestamente progresista, todos hemos de decir que no queremos que vaya nadie a la cárcel, e incluso manifestar que entendemos que hayan hecho lo que han hecho.
Pues yo creo que el primer derecho que tenemos todos los humanos es el de nacer, y nadie, amparándose en ninguna ley, puede quitar ese derecho a ninguna persona.
El primer derecho humano, que es nacer, vulnerado, y todas las democracias del mundo aprobándolo en sus parlamentos (excepto Malta). En una dictadura el pueblo no tiene culpa. En una democracia sí.
Nada ni nadie puede legitimar el aborto.
Las generaciones futuras, cuando miren atrás, vomitarán en nuestra memoria por consentir este genocidio... y nos lo mereceremos
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