La ciencia que tan arduamente se preocupó en demostrar, como es lógico, que la generación espontánea no existe, está tratando de demostrar el origen de la vida a partir de materia inerte, es decir, que la vida se originó espontáneamente a partir de una confluencia de compuestos químicos y aporte de energía. A partir de ahí, ya se cumpliría lo de que todo ser vivo procede de otro ser vivo, pero el inicio sería espontáneo, justo lo que se tardó tanto tiempo en hacer comprender a la gente, que del polvo en sí no salen pececillos de plata o corredoras, ni otros bichos, ni nada. (Lo cual es cierto).
Pues hete aquí que en un principio si que habría ocurrido así. De hecho, uno de los principales problemas, o llamémosle cuestiones, que tiene la ciencia es cómo a partir de cosa muerta sale cosa viva. Y ahí están dándole al asunto.
Yo no sé cómo fue (sólo faltaría que lo supiera), pero sí sé que la complejidad es tan enorme, tan elaborada, tan específica, tan todo, que no creo que sea fruto del azar. De hecho, estoy seguro que no fue fruto del azar.
Yo no podré demostrar esto, y eso que creo que la ciencia es la epopeya de conocer la obra de Dios, que es razonable y cognoscible, pero nadie podrá demostrar tampoco que la vida es el producto azaroso de la materia.
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