MIRANDO al cielo que, como un amasijo de ascuas, anuncia el ocaso, aún puedo ver el sol, estrella particular de los hombres, que viene y va..., que de día te veo y de noche no.
"de día el sol no te hará daño,
ni la luna de noche"
¿quién bajará aquí, donde yo, donde la noche reina, tiniebla infame, donde los ojos no ven más allá de las propias narices, y me rescatará?
¡quien como tú, valiente en la batalla!
Combate conmigo, vence por mí -como héroe valeroso-, que me acorralan las huestes de la bestia con siete cabezas, que como Medusa salida de las aguas de la muerte me acecha, ávida de mi vida y de la de tantos otros como ofrenda horrorosa para si misma.
"...si tu me ayudas, ¿quién peleará conmigo?
si tu salvas, quién me condenará?".
Y pasado el momento, librado una vez más, mirando a los cielos, levantaré los ojos a los montes de donde me viene el auxilio, y celebraré tu nombre porque es bueno, porque has salvado la vida de este pobre.
Esto hizo él.
Esto hizo él.
No hay comentarios:
Publicar un comentario