¿QUÉ es una crisis de fe si no desconfianza en Dios?, en Dios como padre, creyendo que ya no te hace caso, que ya no le importas, en definitiva, que ya no te quiere. Dios, aquel padre que está en el cielo, al cual tú le rezabas y te daba lo que querías, resulta que ahora que no… “ná de ná”. Ha dejado de ser alguien fiable, y además alguien que si es todopoderoso parece que lo que quiere es fastidiarte. Si no puedes confiar en Él, ya no esperas en Él, no tienes esperanza. Vives en la desesperación, y lo peor en esta vida es la desesperanza.
El razonamiento, muchas veces inconsciente, que sentencia esa desconfianza es más o menos este: Si Dios deja que me pase esto, o es un monstruo o es que no existe. Y tú, ya te has rendido.
“Pero que no se haga mi voluntad, sino la tuya”
Pero, ¿qué está ocurriendo verdaderamente?. Lo que sucede es que Dios no está haciendo tu voluntad, lo que tu quieres para ti, lo que crees que es más conveniente. Tú eres Dios y Dios es un peón que está a tus órdenes. Tú, que no ves más allá de tus propias narices, quieres que tal o cual cosa se dé, incluso estás dispuesto a pasar de Él si ello no ocurre (recuerda que estás en crisis). Pero Él, que ve más, que ve más allá, Él, que sí que es Dios, sabe que lo qué estás queriendo/deseando/pidiendo no te conviene por lo que sea, porque no es bueno para ti, porque es malo intrínsecamente, o por lo que sea (¿quién conoce su pensamiento?).
Lo que pasa es que Dios no altera el orden de las cosas, no porque no pueda -Él puede hacer lo que quiera y tiene poder para hacerlo, y seguro que lo hará cuando le plazca-, pero si hiciera todo lo que cada uno le pide, el mundo sería un caos absoluto, un sin sentido, un absurdo y una injusticia, y Dios no es absurdo ni injusto. Dios, entre otras muchas cosas, es razón, sentido, justicia.
Pero Dios, te está amando y quiere seguir actuando en tu vida. Él te la dio, y continúa queriendo dártela. Te da su Espíritu, que es Señor y dador de vida. Te da la vida para que en cualquier circunstancia en la que estés inmerso -que te agobia, que te supera, que te mata- puedas vivir. La promesa de Jesús, el Espíritu Santo, el Paráclito, que os enviará el Padre en mi nombre.
Si te sientes amado, ya puede venir lo que sea, ya puede pasarte lo peor, que no te destruirá: vivirás. Y eso hace el Espíritu Santo, cerciorarte en tu corazón, asegurarte en lo profundo, que Dios te ama, que aunque una madre se olvidara de su hijo, Él jamás te olvidará. Que Dios mismo, hecho hombre, murió por ti, en lugar tuyo, el inocente sufrió la sentencia del culpable, tú, para que tú no la sufras, para que tú no mueras. El Justo murió para hacerte justo a ti, el injusto.
Eso hace Dios, te dio la vida y te la sigue dando, la vida eterna, siempre y cuando tú la quieras recibir.
Esto hizo él.
No hay comentarios:
Publicar un comentario