Acerca de "Derrotas y victorias"

EL origen es la causa de todo. El origen es el amor. Amor, que eterno, lo tenía todo pensado. A ti, a mí, al ornitorrinco, al paramecio, a las habas, incluso a las lechugas, sí. (Sólo enumero, no equiparo). El amor... el amor es Dios.

Este espacio está dedicado a las derrotas y victorias del amor, en sus múltiples facetas: amor divino, amor afectivo, amor al conocimiento, a la razón, a la verdad, a los peces de colores.

De cuándo ha perdido el amor y de cuándo ha ganado.

martes, 16 de marzo de 2010

Mi tía Ampa.

ESTOY tomando un zumo de naranja en un viejo tazón de mi tía Ampa. Ella, mi tía, está en un rinconcito del Cielo, del Paraíso. Tiene impreso, el tazón, una especie de grabado que me parece representa una antigua escena de molienda de café. Me gusta. Normalmente tomo el zumo en vaso transparente y de cristal, pero hoy tengo el de mi tía. 

Mi tía, mujer, virgen, cristiana, fecunda.

Cuando nos dejó mi tía, ya hace unos diez años, tomé de su casa como recuerdo este tazón y algunos libros. Dos de ellos son de Santa teresa de Jesús y de San Juan de la Cruz. Ahí es nada. Uno de ellos tenía, tiene, unas estampitas con los votos que mi tía hizo en su momento, y que renovaba cuando tocaba, de consagrar su vida, en cuerpo y alma a Jesús. Un tesoro.

Siempre me acogió en su casa cuando se lo pedía. Me preparaba el café con leche del desayuno en este mismo tazón.

La añoranza es dolorosa pero también es hermosa. Visitar el recuerdo, revivir el cariño. Rememorar su fe, su templanza. Aquella casa, con olor a mi tía, a mis abuelos que aún se percibía.

Recuerdo que poco antes de morir me dijo que no tenía miedo, que tenía preparado el hatillo, que el Señor dispusiera de ella cuando quisiera.

Cuando murió, lloré, pero en mi corazón había un poso de alegría que es el que ahora tengo al recordarla: ella está donde ella quería, junto a quien ella quería. Nos precede, como otros le precedieron a ella, allí en la ciudad que no necesita ni de sol ni de luna que la alumbren, porque la ilumina la gloria de Dios, y su lámpara es el Cordero.

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