HE de dar gracias a tantas personas que en esta vida me han ayudado. Desde la más tierna infancia hasta ahora, en la madurez, (no por maduro sino por edad).
Ayudado a comer, a hablar, a andar, a correr, a jugar, a reír, a llorar, a rezar, a estudiar, a leer, a escribir, a tener amigos, a nadar, a ir en bicicleta, a pelear, a tocar la guitarra, a conducir, a navegar, a sufrir, a amar… a tantas cosas como éstas, hermosas.
…por otras cosas, que no pongo, no tan hermosas, no estoy tan agradecido.
No digo que éstas no fueran necesarias, pero no quisiera yo ayudar a nadie así. Eso no sería ayudar, sería otra cosa.
Triunfa el amor y damos gracias. Si el amor es derrotado, rezamos. ¿Qué no rescata al corazón si no el amor?.
El amor, amor de origen único.
Todo ser en la creación busca su propio interés, busca sobrevivir. Las plantas y los animales, sobrevivir, seguir vivos.
Las personas, seguir vivos, sobrevivir, tanto física como anímicamente, que nuestro ser profundo no muera. Y nos lanzamos a una carrera sin fin buscando no morir, generalmente teniendo, acumulando (dinero, recuerdos, conquistas, conocimientos)… Todo para llenarnos. Para llenar ese pozo sin fondo que es nuestro corazón.
El otro día hablando con un becario amigo, me percaté, así de sencillo. A mí, que uno de mis sueños es estar tirado en el sofá viendo películas, buscando mi vida así, llenando mi proverbial oquedad aunque hastiado en el fondo, llegan mis hijos y me dicen papá mira esto, papá, tengo hambre, papá, me he hecho daño… tienes que dejar de hacer lo que te gusta para hacer lo que ellos necesitan. En realidad, es entonces cuando comienzas a vivir, aunque no te des cuenta, cuando de verdad se llena el vacio que todos tenemos dentro.
Me refiero a que cuando sales de ti mismo, cuando te das (incluso porque no tienes más narices que hacerlo), es cuando recibes, cuando recibes vida. Cuando das vida, la recibes. Justo lo contrario de lo que en realidad creemos: que hemos de recibir, recibir, que los demás nos den, sacar el máximo de los que tenemos alrededor… y ahí estás tú en tu sofá muriéndote, hastiado, asqueado.
Y es que, ya nos lo dijo hace algún tiempo alguien que nos conoce bien: “quien intente guardar su vida, la perderá; y quien la pierda, la conservará” (Lc 17, 33).
Preguntaba al principio ¿Qué no rescata al corazón si no el amor?.
Dios, desde antes de la creación te tenía pensado, a ti, tal cual eres, y mira la que ha organizado para que tu vivas y vivas eternamente, hasta tuvo que encarnarse de María Virgen y morir en tu lugar por tus pecados, y resucitar de entre los muertos, y subir al cielo y darte su Espíritu.
Eso es el amor.
Esto hizo él.